Integración intercultural en la perspectiva de un estilo de vida activo

por Maurice Piéron

Introducción

En mi presentación, situaré brevemente la perspectiva de un estilo de vida activo relacionado con la salud, su importancia, sus características y sus determinantes principales. De la investigación sobre el estilo de vida de grupos minoritarios, especialmente las personas resultantes de una inmigración relativamente reciente, sólo disponemos de pocos datos. Sin embargo, es posible comparar las situaciones de estas personas con los datos de poblaciones generales y poner de relieve problemas agudos y recomendar algunas pistas con fin de reducir los problemas planteados.

Me parece de una importancia primordial considerar la integración bajo el aspecto del estilo de vida y, más concretamente, en relación con la salud. Dos aspectos deben tenerse en cuenta: el individual y el colectivo, en relación directa con la sociedad.

Aspectos de la salud individual en relación con la actividad física

Muchos estudios epidemiológicos indicaron claramente las relaciones que existían entre la actividad física y la salud. La actividad física regular juega un papel preventivo excepcional en una serie de enfermedades. Al contrario, es aún más cierto, que la inactividad física se asocia estrechamente con estas mismas enfermedades. Se sabe que la inactividad física se acompaña muy frecuentemente de obesidad, lo que refuerza aún la relación con los problemas de salud. Sobre la base de estudios epidemiológicos e investigaciones experimentales, la Organización Mundial de la Salud y distintos grupos de consenso, hicieron listas de riesgos vinculados a la inactividad física (Bouchard, et al., 1990). Citemos, entre otros, la muerte prematura, enfermedades del corazón, obesidad, hipertensión arterial, osteoporosis, accidentes cerebro-vasculares, diabetes, depresión, cáncer del colon,…

Aspectos colectivos de la participación en relación con la Salud Pública

La inactividad y la obesidad se consideran como verdaderas epidemias que crean dificultades y necesitan una importante contribución financiera en la asistencia sanitaria. Varios estudios evaluaron el coste de estos dos problemas. La Organización Mundial de la Salud considera que cada año dos millones de muertes son atribuibles a la inactividad física. Datos que son especialmente alarmante si se considera que, en numerosos países, de 60 al 85% de los adultos no son suficientemente activos para tener un beneficio para su salud (World Health Organization, 2002). En los Estados Unidos, en un año, la inactividad física contribuye a la muerte de cerca de 400.000 personas (17% del total de las muertes), muertos que podrían evitarse. En este país, más del 40% de las muertes son causadas por comportamientos individuales que se podrían modificar. Un modo de vida sedentario es un riesgo muy importante entre el abanico de enfermedades que disminuyen la calidad de vida de las personas y mata a los americanos. La combinación de una mala alimentación y de la inactividad física se aproxima a las muertes originadas por el tabaquismo que serían posible prevenir en los EE.UU (US Fact Sheet, 2004). En el mismo sentido, se puede referir a un estudio que indica que un presupuesto de 4,3 a 5,6 mil millones de dólares podrían ahorrarse en los EE.UU. en el caso que un 10% de los adultos sedentarios comenzaran una programa de marcha. Un estudio sobre los costes médicos indica que si un 40% de los participantes inactivos se volvieran practicantes regulares de la actividad física, y adquirieran un perfil se podría ahorrar ente 330 y 1053 dólares por persona.

Dada la potencia de relaciones entre la inactividad física y muchas enfermedades, la diversidad de las enfermedades que están en relación con el estilo de vida inactivo, no existe otras intervenciones en el ámbito de la salud pública que posean tanto potencial de mejora de la salud y el bienestar como el de aumentar los niveles de actividad física en numerosos sectores de la población. Aunque la actividad física habitual ejerce efectos terapéuticos es, sobre todo en el ámbito de la prevención, dónde puede desempeñar un papel de elección en las estrategias de las autoridades públicas para la salud.

Adquisición de comportamientos relacionados con la salud

En el desarrollo de un estilo de vida activo, la infancia y la adolescencia pueden jugar un papel de capital importancia. Se puede pensar que los comportamientos de salud pueden aprenderse precozmente, durante estos períodos que son propicios para este tipo de aprendizajes. La práctica de actividades físicas regulares durante la juventud, la adolescencia y el período que la sigue inmediatamente, adquiere una importancia muy particular por el proceso de seguimiento (tracking). En efecto, varios estudios longitudinales ponen de relieve que la actividad practicada de manera bastante intensa, tiende a mantenerse en el futuro, a veces incluso después de intervalos de tiempo de 15 o más de 20 años (Telama y al, 2005; Vanreusel, et al., 1993). Por otro lado, la probabilidad del mantenimiento de la inactividad física o su transformación en sedentarismo es aún más alta. La adolescencia representa un período crítico en muchos aspectos.

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Figura 1 – Correlaciones entre el índice de práctica de actividades físico-deportivas (adaptado de Telama y al, 2005)

Factores de riesgo y grupos o poblaciones en riesgo para la salud

Estos conceptos merecen también toda nuestra atención. Se define a un grupo de riesgo en comparación con su prevalencia de actividad o inactividad física, según los niveles mínimos requeridos por las recomendaciones que corresponden a los efectos favorables sobre la salud (Cavill, Biddle y Sallis, 2001). Sallis & Patrick, 1994; Sallis, Patrick, & Long, 1994). La práctica regular de actividades físicas de un nivel de intensidad moderada o alta, correspondiendo a niveles capaces de garantizar un beneficio para la salud, depende de un número especialmente alto de factores determinantes que se clasifican en factores demográficos y biológicos, factores psicológicos, cognitivos y emocionales, atributos conductuales y destreza / hábitos saludables, factores sociales y culturales, factores de ambiente físicos, características de las actividades físicas (Sallis, Simons-Morton, Stone, Corbin, Epstein, Faucette, Iannotti, Killen, Klesges, Petray, Rowland y Taylor, 1992; Trost, Owen, Bauman, Sallis, y Brown, 2002).

Al igual que cualquier miembro de una sociedad, la familia de inmigrantes están sometidas a estos factores de influencia que analizaremos sucintamente a continuación.

Participación en las actividades físicas y deportivas (ejercicio)

Parece importante hacer una distinción entre la participación de tipo deportivo y las actividades físicas de la vida cotidiana, de tal forma que cada persona acumula una determinada cantidad de movimiento en sus actividades en el lugar de trabajo o en sus actividades de gestión de la vida diaria. Existe muchos determinantes relacionados con esta práctica. Nos limitaremos a los que fueron objeto del mayor número de investigaciones descriptivas, correlaciónales y comparativas: el sexo, la profesión, el nivel de estudios realizados y el status socioeconómico, el origen étnico, el idioma, la cultura y la religión.

El "Canadian Fitness and Lifestyle Research Institute" indica que el 59% de los niños y adolescentes que han inmigrado en Canadá nunca participan en actividades físico-deportivas organizadas en comparación con el 42% de los jóvenes de origen canadiense (Cragg, Cameron, Craig, y Russell, 1999).

Sexo – Genero

Está claro que varias características físicas y fisiológicas difieren según el sexo y se modifican con la edad bajo la influencia del envejecimiento. Influencias culturales, en relación al papel de las mujeres en la familia y en la sociedad, se manifiestan y ejercen su influencia sobre las diferencias de prevalencia de actividad física entre los sexos. Generalmente, la casi totalidad de los estudios epidemiológicos indica una prevalencia de actividad físico-deportiva superior en los hombres. No obstante, la inactividad no es el reflejo exacto de la actividad. Varios estudios indican prevalencias de inactividad relativamente cercanas entre los hombres y las mujeres. Por lo tanto, se puede esperar niveles superiores de actividad físico-deportiva o de actividades físicas relacionadas con la salud en favor de los hombres.

En un análisis de los tipos de ocios de jóvenes emigrantes en Inglaterra, Carroll (1993) constata divergencias bastante destacadas en las práctica de ocio. En los hombres, las actividades deportivas representan el porcentaje más alto entre estas actividades de ocio, ante las actividades de carácter social y los ocios pasivo. En cambio, en los sujetos femeninos, son los ocios pasivo los que prevalecen (figura 2).

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Figura 2- Tipos de ocios de jóvenes emigrantes en Inglaterra (adaptado de Carroll, 1993)

Este autor pone de relieve también muy amplias variaciones en los tipos de ocio según el origen y el carácter étnico de las personas consultadas. En los hombres, la prevalencia de práctica del ejercicio se extendía del 23,2% en africanos al 39,1% en sujetos de origen indio, es decir, la variabilidad de los ocios pasivo es menor. En las mujeres, la práctica de las actividades físico-deportivas variaba de cerca del 10, %, en personas originarias de Bangla Desh y Pakistán, hasta una práctica próxiam a un 29% en africanas. La prevalencia de los ocios pasivos se extendía del 27% al 42%. La variabilidad se encuentra también en las elección de las actividades practicadas.

Los grupos de hombres se clasifican en una categoría de actividad física moderada, mientras que las mujeres se distribuyen entre actividad moderada y actividad ocasional. Estas diferencias, según el sexo, son significativas a una probabilidad de 0,01 (Carroll; 1993).

Existe fuertes variaciones interétnicas en las elecciones de participación según el sexo y los grupos étnicos. Por ejemplo, la natación es claramente menos privilegiada en los originarios de Bangla Desh que en los otros. El fútbol prevalece, obviamente, en los hombres mientras que las mujeres eligen, preferiblemente, actividades de mantenimiento de la condición física y de la salud. Existe un consenso para rechazar a los deportes colectivos, sobre todo en las muchachas.

En un estudio sobre chicas de origen asiático en escuelas secundarias en los alrededores de Londres, Siann & Lightbody (1996) constataron que estas muchachas tenían menos tendencia en encontrar placer en la actividad física y el deporte. Dos razones explicaban esta percepción: (1) estas muchachas tendían a tener una predilección en la elección de una carrera profesional y (2) algunas actividades podían estar en contradicción con los valores de modestia que son habituales en las mujeres de origen asiático.

Se puede creer, sin grandes riesgos de equivocarse, que como en los estudios generales, las muchachas y las mujeres procedentes de la inmigración constituyen un grupo de riesgo importante de sedentarismo.

Nivel de instrucción – status social

Varias investigaciones evidenciaron también diferencias de prevalencia de actividad físico-deportiva o de inactividad según el nivel de instrucción (nivel superior de enseñanza al cual la persona llegó) o también el status social o el tipo de profesión de las personas. Las prevalencias más altas de actividad físico-deportiva se encuentran en las personas que tienen el nivel más alto de instrucción o de status social. Las prevalencias de inactividad se constatan en los individuos que sólo tienen una formación primaria o elemental y también en los parados y en las amas en casa. La hipótesis de una práctica de actividad físico-deportiva más frecuente y más intensa en las personas que siguen una educación más larga se explica, en gran medida, por el mejor conocimiento de los efectos de la actividad física regular, por menos límites financieros en la práctica deportiva y por un medio ambiente más favorable (Cragg, y al., 1999; Gordon-Larsen, Mcmurray y Popkin, 2000).

Los recién llegados a nuestro continente disponen, raramente, de una formación secundaria o superior, especialmente los que proceden de los países africanos. El trabajo que realizan y su precariedad dejan pocas dudas sobre que poseen un status socioeconómico muy bajo, clasificándolos inmediatamente entre los grupos de alto riesgo.

Medio ambiente: disponibilidad, proximidad e inseguridad

En este análisis de los factores que influían sobre la actividad física en los jóvenes, el acento principal estuvo sobre los factores sociales. Está claro que factores vinculados al medio ambiente físico poseen una importancia primordial permitiendo a los jóvenes ser físicamente activos. Oportunidades de práctica de actividades físico-deportivas pueden concebirse como la disponibilidad de los equipamientos, de instalaciones, su proximidad o también la existencia de programas convenientes.

El índice bajo de criminalidad en la vecindad se asocia a una alta probabilidad de figurar en la categoría más alta de actividad física con un carácter de moderado a intenso. El número total de los incidentes de criminalidad en el medio ambiente de los adolescentes se asoció, significativamente, a una disminución de la actividad física. La criminalidad se asocia también a un aumento de la inactividad en los habitantes de estos barrios. Las mujeres que vivían en zonas de fuerte criminalidad poseían la probabilidad de figurar en la categoría más elevada de la inactividad (Gordon-Larsen y al, 2000). La figura 3 indica claramente que la proporción más alta de blancos no hispánicos (cerca del 50%) viven en zonas de criminalidad baja, mientras que cerca del 60% de negros no hispánicos viven en entornos de alta criminalidad. Proporciones bajas de negros no hispánicos e hispánicos viven en zonas de criminalidad alta.

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Figura 3.- Distribución de grupos étnicos según la importancia de entornos de criminalidad (adaptado de Gordon-Larsen y al, 2000)

 

Idioma

El idioma, elemento esencial de la cultura, tiende a distinguir los niveles de participación en las actividades físicas. En los EE.UU. la prevalencia de actividad es superior en los anglófonos en comparación con los hispánicos. En Suiza, las poblaciones de idioma alemán son más activas que los otros grupos lingüísticos (Lamprecht y Stamm, 2000). La importancia concedida al deporte entre valores culturales varía ampliamente. Se puede plantear la hipótesis que los emigrantes tienen este handicap de no conocer el español o de manejar el idioma con muchas dificultades.

Carácter étnico

Existen diferencias relativamente importantes de prevalencia de actividad e inactividad física según el carácter étnico de los grupos que constituyen la población de un país. Encontramos ejemplos muy claros en los EE.UU. En americanos mayores de 18 años, los blancos no hispánicos presentan prevalencias de inactividad del 32.5% en los hombres y del 36.2% en las mujeres. Estas prevalencias son, respectivamente, del 44.1% en los hombres y del 55.2% en las mujeres afroamericana (hispánica excluidas). En los hispánicos las prevalencias alcanzan, respectivamente, el 48.9% y 57.4%. Generalmente, los americanos de origen mexicano presentan una prevalencia superior de inactividad física que la población general del país.

Los datos proporcionados por Carroll (1993) van también en el sentido de una diferenciación sobre el carácter étnico. Los chinos y los ingleses de raza blanca son los participantes más activos, mientras que las personas procedente de Bangladesh o Pakistán son las menos activas, presentando en ambos casos unas diferencias estadíticamente significativas. Las diferencias entre las participaciones masculina y femenina son claramente mayores para los grupos resultantes de Bangladesh, Pakistán, África y la India que las que proceden del Caribe o de China. La combinación del genero y del carácter étnico ejerce un efecto mayor en algunos grupos que en otros.

La inactividad de los padres y otros miembros de la familia

Varias investigaciones permitieron constatar que los padres ejercían una influencia determinante sobre varios aspectos del desarrollo de sus niños, en particular, sobre los aspectos físicos, psicológicos y emocionales. Durante su vida de jóvenes, el grado de importancia de cada uno de estos determinantes varía. Las variables psicológicas pueden ser más importantes durante la adolescencia. Está claro que el adolescente vive en un medio social que lo rodea con sus prácticas y con sus normas de comportamiento, e incluso de pensamiento, con el que obra recíprocamente en un proceso de socialización. Los jóvenes integran distintos valores, actitudes y de comportamientos así como otros factores que influyen en este proceso de socialización. La familia figura entre estos factores de influencia. Desempeña un papel considerable sobre todo durante la infancia. Aunque otros factores, como los iguales, ejercen una influencia creciente durante la adolescencia, la familia permanece como un elemento que conduce al joven a la actividad físico-deportiva regular o al contrario. Los resultados de un estudio internacional de la Organización Mundial de la Salud, sobre comportamientos de salud entre los niños de 11, 13 y 15 años en 10 países europeos, indican que cuando el mejor amigo, los padres y/o los hermanos participan en actividad física, un 84% de estos muchachos y un 71% de muchachas realizan deporte dos veces o más a la semana (Wold y Anderssen, 1992). Cuando ninguna de estas personas relevantes para ellos, realizan una actividad física, solo un 52% de muchachos y un 30% de muchachas indican que ellos son deportistas activos. Estos datos nos sugieren una fuerte influencia de personas significantes de su contexto inmediato (Wold & Hendry, y98).

Pocos padres inmigrantes practican una actividad física y deportiva. Por tanto, no pueden constituir modelos para sus niños en esta materia. Su inactividad límita o excluye los factores de socialización favorables a la práctica deportiva.

McGuire & Collins (1998) utilizaron la entrevista y la observación en una investigación sobre la experiencia de muchachos de origen asiático, alumnos de escuelas primarias y secundarias en el noroeste de Inglaterra. Estos autores constataron una fuerte influencia de sus padres en la experiencia de socialización de sus niños.

Cultura y Religión

Los resultados recogidos por Carroll (1993) indican que tanto en hombres como en mujeres, las prevalencias de participación son superiores en los no-creyentes y los cristianos que en los musulmanes, los sikh y los hindúes. Estas diferencias son significativas (P = 0.01) entre los cristianos y los musulmanes, asi como entre los no-creyentes y los musulmanes. Esto se entiende fácilmente cuando se refiere a las diferencias tenidas en cuenta por grupos de origen étnico. La combinación de la religión y del género afecta a la participación. En los musulmanes, los sikh y los hindúes existen diferencias superiores entre hombres y mujeres que entre los cristianos y los no-creyentes. Todo indica que la religión y factores culturales de los grupos étnicos desempeñan un papel potente en la restricción de participación de las mujeres.

Según varios autores, el Islam es más que una religión, es una fe, al mismo tiempo que un modo de vida, un orden social, una doctrina, un código de conducta, una serie de valores y de principios. Estos códigos impregnan la cultura islámica y proporcionan un significado a su vida, su comportamiento, su manera de vestirse, su alimentación y sus interacciones sociales. Un aspecto central regula el control del cuerpo, los rituales de limpieza, el control de la alimentación, la búsqueda de un cuerpo sano, las presiones con el fin de practicar ocios que reciben una aprobación social, en especial con el fin de evitar una serie de comportamientos desviados (De Knop, Theeboom, Wittock y De Martelaer, 1996). Además, las culturas islámicas perpetúan conceptos específicos en cuanto a las clases masculinas y femeninas. El problema de desigualdades, según el genero, es más amplio que la sola referencia al Islam. Existe en la educación física practicada en las escuelas (Piéron, 2005).

Resulta también, del estudio de Carroll (1993), que la pertenencia a una religión no constituye una medida suficiente para obtener una imagen fiable de los comportamientos y del pensamiento de las personas. Existe aquí también diferencias según el género. La participación de los hombres difiere apenas según la religión. En las mujeres, el Islam y el Hinduismo afecta la tasa de participación en el ejercicio. En estos grupos, la participación se reduce a medida que la importancia asignada a la religión aumenta. Varios entrevistados asiáticos expresaron que la opinión de sus profesores de religión era importante.

En resumen, los emigrantes, más concretamente las mujeres, presentan numerosos factores de riesgo de sedentarismo que están incluidos en las rentas financieras, el medio ambiente y, más específicamente, la inseguridad del medio ambiente en el cual viven, el carácter étnico, la cultura y la religión, la inactividad de los padres que no favorece la socialización a la práctica del ejercicio físico, el idioma así como de la importancia y los valores concedidos a la actividad física y al deporte.

Barreras y posibles pistas para reducir las dificultades

A menudo el concepto de deporte se percibe solamente por medio de sus aspectos únicamente competitivos. Se puede encontrar en este concepto un motivo de rechazo de las muchachas y las mujeres. El concepto de actividad física o ejercicio parece más conveniente para englobar muchas otras actividades que el término deporte, para favorecer la participación desde la perspectiva de ocio y de salud. Como por ejemplo, numerosas mujeres entrevistadas por Deem y Gilroy (1998) rechazaron el deporte competitivo como medio que permitía mantenerse en buena forma física.

Las actitudes de los jóvenes hacia la escuela y la educación física se diferencian claramente según el sexo (Bramham, 2003). Las muchachas presentan actitudes más favorables a la escuela que los muchachos. Por otro lado, estos últimos son más favorables a la educación física (Piéron y al, 1996). En las actividades físicas realizadas en la escuela, en las elecciones del contenido (deportes colectivos, en particular), las muchachas se sienten marginalizadas. Para muchas de ellas el deporte es un asunto de muchachos.

Taylor y Doherty (2005) indican que las principales barreras de la participación, para los inmigrantes, son la práctica del idioma (en el caso de los jóvenes estudiados, el inglés). La auto-estima y la adaptación a la cultura local están, en correlación significativa positiva, con el nivel de participación en ocios activos y, en correlación negativa, con la percepción de las barreras a esta participación (Taylor y Doherty, 2005)

En una investigación sobre los tipos de participación en actividades físicas y deportivas de ocios y que se referían a más de 3.000 muchachas de distintos orígenes étnicos en la enseñanza primaria, Vescio, Taylor y Toohey (1999) constataron que el medio cultural era un determinante del tipo y del nivel de participación en las actividades físico-deportivas. Las muchachas nacidas en el país participaban dos veces más frecuentemente en actividades físico-deportivas que las jóvenes emigrantes. La percepción de los beneficios de la participación presentaba muchos caracteres comunes. No obstante, diferencias según el país de nacimiento aparecían en la percepción de las barreras sociales y psicológicas en la participación, claramente superior cuando la lengua materna no era el inglés.

Son muchas barreras en la participación de las mujeres: dificultades, relaciones, trabajo, responsabilidades en casa, niños y, sobre todo, cuando depende directamente de la madre por su corta edad. La participación de una mujer depende frecuentemente de negociaciones con su marido o su compañero. Todas estas negociaciones son necesarias y no siempre cuentan con el éxito deseado.

Solo algunos tipos de actividad física responden a las identidades de sexo y género en las mujeres y son compatibles con las ideas predominantes en los aspectos de feminidad y de imagen corporal. Cuando estas formas de actividades no son accesibles, la inactividad puede ser la opción elegida.

Varias razones explican la no participación. El factor principal que descarta a los muchachos de las actividades deportivas extraescolares viene más de la influencia de los padres que del racismo, sobre todo, en la enseñanza secundaria (McGuire & Collins, 1998). Las actividades que los padres desean para sus hijos son las siguientes: ir a la mezquita, efectuar su trabajo escolar en casa y ayudar en las tareas familiares. Los practiantes de actividad físico-deportiva son totalmente conscientes de que la instrucción religiosa interfiere o puede interferir con su participación en las dichas actividades (McGuire & Collins, 1998).

La participación de los muchachos inmigrantes no está necesariamente garantizada. McGuire y Collins (1998) resumen sus observaciones sobre las razones de no participación de los muchachos, principalmente de los asiáticos.

1.       Los padres no perciben una gran credibilidad al carácter académico (alumno) de las actividades físico-deportivas. No se imaginan que sus muchachos prosigan una carrera deportiva.

2.       En estos medios culturales, las personas que tienen un papel de modelo lo están en ámbitos como los negocios, el derecho, la medicina.

3.       Existe una fuerte atracción hacia estilos de vida claramente más pasivos, como ver la televisión, los juegos electrónicos,…

PISTAS

El papel de la escuela

En los países musulmanes, la participación de las muchachas en las actividades físicas realizada en estrecha asociación con la escuela encuentra una determinada legitimación por los padres. En los países no musulmanes, la escuela parece desempeñar un papel determinante en la participación en las actividades físico-deportivas de los jóvenes, incluidas las muchachas. Una investigación de De Knop y al. (1993) indica que los padres serían más tolerantes hacia la educación física y las actividades deportivas en la escuela que frente al deporte en general y más concretamente del deporte de competición.

Aunque la escuela prepara poco para un estilo de vida activo por el contenido de la educación física y por la relación pedagógica (Ruiz Juan, García Montes y Piéron, 2005), su papel es inevitable bajo varios aspectos, en particular, su status para los padres de los jóvenes emigrantes. La escuela es un paso obligado de jóvenes durante la escolaridad obligatoria y cuando, eso existe, la enseñanza de tipo intercultural. Un aumento de participación es visible cuando la escuela intenta modificar las actitudes negativas hacia las actividades deportivas y su papel en el desarrollo de los jóvenes.

Incluso cuando las actividades deportivas practicadas en la escuela se aceptan bien, existe dificultades de organización práctica (Benn, 1996). La natación es un ejemplo en las muchachas musulmanes. Están muy preocupadas por varios aspectos como la entrada en el agua, la visibilidad en la zona de la piscina, la presencia posible de hombre o muchachos. La idea de llevar un traje de baño crea un ansiedad. El hecho de que revele las formas del cuerpo constituye un serio problema (Benn, 1996).

Papel de la familia

En los resultados de cuestionarios o entrevistas, la influencia persistente de la familia aparece de manera muy clara (Taylor y Doherty, 2005). Ganar su apoyo y el de los amigos presenta una importancia destacable en la decisión de participar o de no hacerlo en las muchachas. El papel del padre se revela preponderante, esencial y constante en las tomas de decisiones.

La búsqueda de reconocimiento para sus hijos, a partir de la escuela, figura en destacado rango entre las expectativas de los padres.

BARRERAS

El idioma

Las dificultades debidas al idioma y a la falta de conocimientos de las actividades propuestas se citaron como obstáculos para la integración y a la participación. Por ejemplo, emigrantes de origen chino percibieron el idioma como una de las principales barreras, así como las diferencias de culturas (Taylor y Doherty, 2005). Aquí también existe una fuerte diferenciación según el sexo. Tras reconocer su debilidad en materia de idioma y conocimiento de las actividades, los muchachos conservan una actitud bastante optimista sobre sus perspectivas de participación. Informan de menos problemas con los colegas o con el profesor. Tienden menos a abandonar su participación en las actividades físico-deportivas. En comparación, las muchachas tienen más en cuenta estas dificultades desde un punto de vista individual, especialmente un sentimiento de exclusión. En consecuencia, limitan su participación con la familia o con amigos cercanos. Eventualmente, abandonan completamente la actividad.

Percepción de beneficios

El análisis de varianza puso de relieve una fuerte variación de la percepción de los beneficios de la participación en actividades deportivas de ocio. Más concretamente, la percepción de realización era significativamente más importante en los muchachos que en las muchachas (Taylor y Doherty, 2005). Las sesiones de grupos de discusión confirmaron estos resultados precisando al mismo tiempo los beneficios que la técnica del cuestionario no permitía definir. Los alumnos describieron cinco tipos de beneficios sobre la participación:

1.       Beneficios afectivos y emocionales

2.       Relaciones sociales y amigos,

3.       El físico y la salud,

4.       Aprendizaje del inglés,

5.       Aprendizaje de la cultura canadiense.

En las entrevistas, el placer y las respuestas de tipo emocional, así como tener una buena forma física y una buena salud, figuraban entre las razones principales para la participación. Jugar con amigos y la socialización figuraban también entre los motivos enumerados. Es interesante constatar que, en los grupos de discusión, los participantes también tuvieron en cuenta las posibilidades de aprender y de practicar inglés como uno de los beneficios de su participación.

Antes de acabar la conferencia me gustaría de hacer un pequeño informe sobre las conclusiones de un estudio realizado por el departamento de Educación Física de la Universidad de Lieja, en barrios que tiene una reputación de gran dificultad.

En la información recogida cerca de los distintos participantes (responsables, animadores, participantes), retenemos más concretamente los puntos siguientes:

·         Una incapacidad de los responsables de evaluar objetivamente la eficacia de las acciones emprendidas respecto a los jóvenes.

·         Una muy alta proporción de participantes de origen extranjero y una ausencia completa de la población femenina.

·         Una solicitud repetida de un aumento de los recursos financieros y humanos necesarios para la calidad de las acciones.

·         Una necesidad de mejorar la formación de los animadores, en el sentido donde los trabajadores sociales no son todos "técnicos del deporte", y por otro lado los profesores de Educación física carecen a veces de "sensibilidad social y psicológica" que es necesaria para esta labor.

·         Una dificultad de los jóvenes de hablar, ellos mismos, de sus estudios y de dar opiniones claras sobre la actividad en cuestión.

 Las consecuencias de dificultades de integración de personas que recientemente han llegado al país en una práctica habitual de actividad física y ejercicio en una perspectiva de salud son importantes e inquietantes. Merecen una atención específica de parte de los responsables públicos y de la escuela.

Existen pocas investigaciones en este ámbito. Sin embargo, los pocos estudios ponen de relieve especificidades muy fuertes en relación con la cultura, le religión, el sexo y otros aspectos.

Es importante de estar atento de no hacer generalizaciones prematuras desde investigaciones en otros países. La recogida de datos sobre las situaciones encontradas en este país podrían contribuir de una manera significativa en la toma de decisiones prácticas y también procurar resultados que merecen una reflexión de tipo científico.

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Notas del autor: 

Agradezco muy sinceramente al Dr. Francisco Ruiz Juan su ayuda para dar un aspecto más español a mi texto original.

La referencia: Piéron, M. (2006). Integración intercultural en la perspectiva de un estilo de vida activo. En Actas del "VI Congreso Internacional Educación Física e Interculturalidad. La integración a través del deporte". Ed. Arturo Díaz Suárez. Murcia: Universidad de Murcia, Instituto de ciencias del deporte. CD-ROM


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